La historia de Albertina

La historia de Albertina

17 marzo, 2021 Arte y Cultura Cuentos Escritos varios 0

Autora: Violeta Arredondo


Albertina es una niña de 8 años de edad.  Es alta, complexión mediana, piel blanca y pecas en el rostro.  Su cabello es liso y rojizo, siempre lleva suelto.  Ojos marrones, grandes y pestañas largas.

Sus vecinos, maestros, compañeros de clase e incluso de otros grados, le conocían por Nina.  Era muy amigable, alegre, servicial, buena estudiante y educada.  

Un día, todo cambió.  Estaba en clase, y sintió que todo le daba vueltas, se puso más blanca que una hoja de papel, respiraba con dificultad, estaba aletargada y se ponía peor…  el maestro corrió en su auxilio.  Un compañero de clase llamó a la directora y esta a los padres de familia. De boca en boca, pasó la noticia que Nina se había puesto mal en clase. Los padres llegaron lo más pronto que pudieron.

Ya en el Centro de Salud más cercano, el doctor dijo: -Lamento mucho que Nina este así, para descartar lo que pienso, es urgente hacerle exámenes de sangre y otros más.  Aquí no puedo hacerlos, tienen que ir a la capital. Los padres tenían los ojos apagados, sentían que todo se les venía encima.  

El padre muy preocupado dijo:  –Doctor, ¿cómo cuanto es de los exámenes y a dónde la llevamos? No tenemos mucho dinero.     – Vos, Efraín, podemos vender el cochito y gallinas que tenemos, nos darían unos buenos centavos, dijo la madre.

Con la ayuda del médico, pudo ingresar a un centro hospitalario. Posterior a los exámenes, los galenos les dijeron:  -Ya tenemos los resultados de los exámenes, pruebas, se detectó que Nina tiene una enfermedad grave, pero si se inicia el tratamiento de inmediato, es posible que no avance más.  Su forma de ser, ayudará mucho en su recuperación.   Los padres al escuchar esta infausta noticia, se quebraron, se abrazaron y lloraron.  No entendían razones y por qué a ella. 

La noticia no solo llegó a la escuela sino a toda la población donde vivían.  Unos hablaban cómo reunir dinero, qué medicina podían enviar, otros querían visitarla, un grupo preguntaba qué necesitaban para mandarlo por encomienda.  Solicitaron apoyo a través de las radios comunitarias y de boca en boca. La ayuda seguía llegando a los padres.

A consecuencia del tratamiento invasivo en el cuerpo de Nina, se le cayó por completo su hermosa cabellera rojiza.  ¿Qué crees que le comenzaron a enviar?

-Mami, mira, ¡Qué hermoso gorro me regaló doña Rebeca! Ella teje muy bien, le daré las gracias cuando la vea.  ¡oh, que lindos pañuelos!, ¡estas capuchas, son tan suaves y de los colores que me gustan y un sombrero! ¿esta tela larga con estampado qué es o como se usa? -comenta embelesada Nina.  Una enfermera, le dice -Se llama turbante. ¿Quieres que te lo ponga? – ¿Puedo mami?, dice Nina. –Claro, mija, es tuyo y aprovechando aprendo cómo ponértelo.  La enfermera, quita el pañuelo que tenía, y con mucha delicadeza, lo comenzó a colocar alrededor de la cabeza de esta valiente y guerrera niña, que soportaba los efectos secundarios de la medicina.

Las semanas pasaron, había días buenos y otros no muy buenos.  Hasta que un día… Nina, se levantó muy animada y dice -Soñé que alguien me decía que pronto iba a salir de acá, solo necesito esperar un poco más.  ¡Mamá, pronto estaremos en casa! -dice alegremente la niña.  ¿Le puedes preguntar al doctor cuándo podemos regresar? –dijo Nina. Su semblante era como ese rayo de luz que iluminaba todo el ambiente.

Los médicos estudiaron de cerca el caso de Nina. Durante algunas semanas más realizaron más exámenes y pruebas antes de tomar una decisión…

¡Talán, talaaaaán, talaaán, talaaaán…!  El tañir alegre de campana resonaba en todo el Centro Hospitalario.   Era Nina que tocaba con todas sus fuerzas esa campana, anunciando que había vencido la grave enfermedad… los médicos y enfermeras que estaban formados a cada lado del pasillo festejaban con aplausos, risas, y gritaban  ¡Olé olé olé / olé olé olé olá / olé olé olé / Nina venció este mal…!

Como es de esperar, Nina continúa llegando a sus chequeos médicos.   Sus padres nunca podrán agradecer cada palabra de aliento, oraciones, gestos de solidaridad o empatía, que tuvieron con ellos.     


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