De esos amores, quedan pocos

De esos amores, quedan pocos

19 febrero, 2020 Arte y Cultura Escritos varios 0

Don Diego Morales, de 83 años de edad, originario de Quiché, es un hombre de complexión pequeña y delgada, tez morena, su piel arrugada por los años, enjuto de carnes, se moviliza con un bastón para caminar pausado, ingresó con su esposa a un servicio de transporte.

Cómo cosa rara, pude sentarme y me preparaba para leer, cuando escuché “alguien le quiere dar su lugar a la abuelita”, automáticamente, la persona que estaba sentada a mi lado se levantó.   Cedió su lugar, levanté la vista y observé su mano.  Era totalmente una mano senil, quemada por el sol y un poco reseca, quizás por el trabajo duro.     Me percaté al sentarse la abuelita, que un señor de más edad, le tomó de la mano y le ayudaba a sentarse con una mano, con la otra sostenía su bastón.   Pudieron más las palabras de mis padres, que me repetían de niña “Levántese, y dele lugar a…”, al cansancio y dolor que tenía.

Ambos ya ubicados, veía cómo el abuelito, tomaba de la mano a la señora, pensé “son esposos”.   Se veía aquella ternura, aquel cariño que es difícil ver en una pareja de esa edad.    Observaba y observaba.   No me animaba a preguntar nada.  

Con el paso de los minutos, inicié la conversación.   ¡Es muy raro, que yo quiera saber algo de una persona en un transporte!  Lo hice.   Me contó don Diego, que efectivamente, ella era su esposa, casi no habla hablaba español solo quiché.    Era un señor, muy agradable a pesar de sus años.   Tenían una familia grande, 7 hijos (los cuales, dos murieron) y entre nietos y bisnietos, tenían 47 familiares más.

La curiosidad, comenzó a acrecentarse más con esta información.   ¿Cuántos años llevan de casados? -Me animé a preguntar.   Solo pude escuchar «cinco»   ¿Veinticinco? – pregunté.   Me miró, y se sonrío.   Seguramente, pensó.   No entendió, no me escuchó o le sorprendió.      Aunque, ya 25 años, me parecía bastante tiempo para estar casados con una misma persona, porque en estos tiempos, unos, dos o un poquito más, están juntos y luego cada quién por su lado.         Retomemos el tema.   ¿Cuántos me dijo? –repregunté.    Sesenta y cinco, respondió.     En ese momento, divague unos minutos antes de hacer un comentario.        ¡Sesenta y cinco! Dije, para reafirmar.   Sí, ella tenía cómo 14 años, cuándo nos fugamos.   Río picarescamente.

¿Don Diego?, ya entrada en confianza.   Dígame cuál o cuáles son los ingredientes para que un matrimonio dure tanto, porque ahora, un par de años y se acabó todo. –Argumenté.    ¿Me preguntó, es casada? –No, dije.   Por eso, pregunto.     Es solo amor.    Amor verdadero, estar seguro tanto el hombre cómo la mujer, que van a estar juntos hasta que Dios así lo quiera.  

Luego de esa respuesta tan obvia, conversamos de la medicina natural y otros temas.   Pero, ¿cómo saber si es amor verdadero, ante tanta hipocresía, tanto engaño, tanto materialismo, tantas cosas superfluas, tanto aparentar ser algo en la vida, cuando en la realidad o luego ya casado y en la intimidad son muy diferentes a lo que solían ser?

Alguna persona dirá, el “amor verdadero” se siente.   Entonces, porqué habrá tantas parejas que no están casado con el amor de su vida o no tienen la suficiente decisión o valor para ser felices.   Porque la publicidad, los medios de comunicación, telenovelas solo “venden” un amor “romántico, sexual”, donde todo se arregla sobre una cama.   Dónde está ese amor a la antigua, como la canción de Roberto Carlos, dónde mandan flores; ahora si con la tecnología te las mandan a mandar, pero por una red social.    Dónde está ese tomarse de las manos, con aquella ternura, que estos dos abuelitos vi, quizás me impactó tanto porque ya no es común y menos a “esa edad” dar una manifestación de cariño, amor o ternura a tu pareja.

Tiempos que no volverán, tiempos donde el amor prevalecía y no todo este materialismo barato que, por tener algunas veces una posición social, estás es una jaula de oro, sin poder volar, ser tú mismo y querer siempre aparentar; cuando el amor verdadero, fluye, se ve… cómo yo lo vi.  

Solo puedo finalizar, diciendo que me siento dichosa por haber visto un amor verdadero, de esos que ya quedan pocos…            

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