¿Tentaciones o consumismo en Navidad?
Durante los últimos años, se ha incrementado la economía informal no solo en Guatemala, sino a nivel mundial. En una emisora de radio, escuchaba había era de un 80% la economía informal. Muchos pensamientos pasaron por mi mente, pensando en la falta de trabajos formales, la discriminación que requieren sobre edad, experiencia laboral y académicas, salarios no acordes a la canasta básica. La corrupción, que afecta directamente a la clase más vulnerable, los pobres.
También, se ha visto disturbios entre vendedores y policías, porque no se les permite un lugar “fijo” donde colocar sus ventas. Los vendedores argumentan que únicamente será en la temporada de fin de año, para ganarse “unos centavos”, la realidad es otra, ya ubicados allí, nadie los moverá. Aunque debido a la falta de oportunidades seguras y formales, esta es una opción para llevar dinero a sus hogares.
Estas ventas han proliferado increíblemente. Ofrecen de todo, llevan maniquís donde muestran cómo queda una prenda de vestir, hasta lo más inverosímil. Acá hay otro factor importante, la liquidez que tienen las personas y el dinero que se inyecta diariamente en el sector económico; debido al aguinaldo.
Con dinero en el bolsillo, “pseudo” ofertas por doquier más para Navidad que para año nuevo, la mayoría de personas se olvidan de lo principal, de lo que realmente se debe celebrar o a quién debemos agasajar, al Niño Dios.
Aunque he leído y visto documentales, donde los historiadores y científicos, afirman que el Niño Jesús, no nació en diciembre (según Calendario Gregoriano), sino en marzo o abril, no me importa; porque sigo esta “tradición” para recordarme año con año que el Niño nació pobre, entre los más pobres, acompañado de animales, seres que dan un amor más puro que el de un ser humano “pensante”. Sus primeras visitas, fueron pastores con su ovejas, no llevaban nada que ofrecerle, nada material, nada que el dinero comprara, nada de lujosos trajes…. Solo llevaban su corazón y su oración.
¡ah!, que dicha ser un pastor, ser una oveja, un corderito, un buey, una mula, un camello, un pajarito o cualquier animal de un establo; para estar cerca del Niño Dios, sentir cómo ilumina el ambiente con su pequeño ser. Escuchar las bellas notas que seguramente la Santísima Virgen le cantaba para hacerlo dormir, ¿Se imaginan aquella dulzura? ¿Cómo San José, con sus manos callosas y gruesas por trabajar la madera, acariciaba el pequeño infante?
En estas fechas, en casi todos los hogares se “adorna” con guirnaldas, esferas de diferentes tamaños, luces de colores, música, muñecos inflables de Santa Claus, renos, árbol de navidad; por supuesto, no pueden faltar las bebidas alcohólicas, música, regalos y más regalos; si va bien, un nacimiento al lado de los presentes que recibirán los familiares, amigos o conocidos. ¿pero qué celebramos o para qué? Porque si queremos una reunión familiar, ¿no sería mejor, hacerla en otro momento o “explotar” otras fiestas como el día del cariño, el día del abuelo, el día de la familia?
En fin, la Navidad, se ha vuelto un consumismo barato, hay tentaciones por doquier, donde lo que menos se celebra es el nacimiento del Niño Dios, ni se reza ese día de corazón poniendo todo en sus pequeñas manos. Todo lo que vale es la apariencia, el ver qué “estrenó” el otro, es no tener lo mismo, es superficialidad… valoramos, lo que no tiene valor.
Las tentaciones y el consumismo de fin de año, las vas a tener, es tu decisión reencauzar y darle el verdadero sentido y valor que tiene la Navidad. La vida es tuya, hoy sueña en poner el corazón donde la verdad comienza y donde siempre encontrarás el amor de Dios, que nació de un pequeño infante recostado en un pesebre.
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