El precio de un secreto. La máscara de hierro
Durante el reinado del Rey Sol hubo en la cárcel de la Bastilla un misterioso prisionero, cuyo rostro, cubierto por una máscara nadie vio jamás. Tampoco se lo llamó por su nombre. Su identidad y la causa que lo llevó a ese estado siguen siendo un misterio.
En 1751, el filósofo Voltaire publicó un importante libro con el título de El siglo de Luis XIV. Uno de su apartados estaba dedicado a un misterioso preso de rostro cubierto por una máscara, que había muerto en la Bastilla y que había sido enterrado, en 1703. en el cementerio parisino de San Pablo, bajo el nombre falso de Marchioli. A causa de su carácter díscolo y de su pensamiento insobornable, Voltaire había ido a parar varias veces a la cárcel de la Bastilla, donde otros más antiguos le hablaron de aquel prisionero. El desgraciado individuo había existido, pero su verdadera identidad y el motivo por el que había sido encarcelado en aquellas condiciones eran un secreto de Estado.
Ya en el siglo XIX, Alexander Dumas, autor entre otros famosos libros de aventuras de «Los tres mosqueteros», se ocupó del asunto. En «El vizconde de Bragelonne», Dumas padre retomó la historia del misterioso preso denunciada por Voltaire, y dio alas a la leyenda. El hombre de la máscara de hierro era, según la novela, un hermanastro de Luis XIV nacido de las relaciones extraconyugales de Ana de Austria con el conde Buckingham. A partir de entonces, la imaginación popular atribuyó numerosas identidades al reo secreto, convirtiéndolo ora en otro hijo clandestino de Ana de Austria y Jules Mazarino, secretario y sucesor del intrigante cardenal Richelieu como ministro del Rey Sol; ora en un hijo bastardo de Carlos II de Inglaterra. Cada una de estas versiones y otras que se añadieron con el tiempo contribuían a abonar el mito y a acrecentar más aún el misterio alrededor de un prisionero a quien nadie nombrada.
El rostro de la verdad
Las preguntas sobre la causa de las extremas precauciones que se adoptaron para mantener oculta la identidad de Dauger y el alcance de los secretos que habían motivado dichas medidas han quedado sin respuesta. Las investigaciones modernas han podido reconstruir la vida de Eustaquio Dauger y verificar que no había nada en ella que lo relacionara con Luis XIV y su entorno familiar, lo cual no deja de ahondar el misterio y hace suponer que el rostro mismo del infortunado prisionero o prisionera era el de la verdad.
El hombre sin nombre
Según la documentación hallada, el ministro Louvois encargó en 1669 a Saint-Mars, su nombre de confianza, la custodia del joven Eustaquio Dauger. Solo en esa ocasión lo llamó por su nombre y en adelante lo hizo como «el prisionero de la torre de abajo» o «vuestro antiguo prisionero».
Aunque el ministro murió en 1691, sus estrictas órdenes de mantener la identidad del prisionero en secreto y en el más absoluto aislamiento, se cumplieron hasta el final.
La vida del enigmático prisionero
Cuenta Voltaire en el siglo de Luis XIV que el desconocido reo era «de estatura superior a la común, joven y de la más bella y fina estampa». Añade, así mismo, que siempre recibió un trato deferente y que el ministro Louvois mantuvo una entrevsita con él antes de su traslado desde la isla Margarita a la Bastilla. Ya en la prisión parisina, «no se le negaba nada de lo que pedía. Su mayor gusto era por la ropa de una fineza extraordinaria y por los encajes. Tocaba la guitarra. Se le daba mejor comida y el alcaide rara vez se sentaba delante de él».
Imagen tomada de: http://contenido.com.mx/2014/03/quien-estaba-realmente-tras-la-mascara-de-hierro/
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