El Jardín de Atrás

El Jardín de Atrás

10 marzo, 2021 Arte y Cultura Cuentos Escritos varios 0

Autora: Violeta Arredondo

En algún lugar de país de la Eterna Primavera, se encuentra una casa pintada de color amarillo, a su lado una cerca color café, larga, muy larga.  Ahí, estaban plantados árboles frutales y muchas flores que alegraban la vista de residentes y visitantes.

¿Te imaginas tener en tu patio árboles frutales de naranja, mango, limón, jocote, anona, papaya y más?  En ese lugar se podía respirar aire puro y ¡el viento! Ese viento que rozaba el rostro y refrescaba en los días calurosos. El trino de aves, se escuchaba a todas horas.

Las flores quedaron absortas al escuchar la disertación profunda de la mariposa.  Fue así que otros capullos de violeta abrieron sus pétalos y la mariposa fue posándose delicadamente sobre ellas, como quién estrecha con un beso ese pacto de amor.

En la parte de atrás, había un segundo patio, ¡era como una pintura, en movimiento! Los múltiples colores se mezclaban con los aromas de las flores que estaban sembradas.

¡Ese día iba a ser especial! La transformación de una oruga a mariposa, se completó.  ¡Era una mariposa con pigmentos rojos y negros, cuando los rayos de sol se posaron suavemente sobre sus alas… ¡tenían un brillo espectacular!  Esta pequeña, iba explorando su “nuevo hogar”, fue directamente hasta una pequeña y tímida flor que se escondía entre sus hojas.  Al sentirse observada, se sonrojó.

Detrás de esta tímida flor, había una flor extremadamente bella, sus pétalos suaves y tersos, ningún animal o persona se resistía a ella; era una rosa.  Al sentirse relegada por la mariposa dijo despectivamente:¿Por qué pierdes el tiempo con esa tímida flor del campo? Es tan, tan… solitaria.  ¡Solo ve ese color violeta oscuro que tiene en comparación a mis pétalos color marfil!

-¿Qué tiene de malo conversar con ella? -respondió la mariposa.  

– La rosa, replicó ¡Ve sus pétalos, son tan irregulares! La rosa seguía murmurando cosas de la pequeña flor.    

En un momento, los lirios, los jazmines, los tulipanes, los claveles, las azucenas, las orquídeas, las suculentas, los girasoles y toda planta que ahí convivían estiraron más sus tallos para ver que sucedía, mientras que un silencio sepulcral había.

Con un aleteo suave, la mariposa, se posó lentamente sobre un girasol y reflexionando un momento dijo así:

“Sé que eres única en el jardín de atrás, eres hermosa y emanas un olor irresistible.  Sin embargo, cada una de ustedes proviene de una especie diferente, cada una es inigualable, cada una tiene su propio nombre y familia.  Ninguna se repite en belleza, hermosura, en esplendor, ni en su forma de ser.  

La mariposa, tomó aliento y continuó de esta forma: “Cada una tiene algo diferente que ofrecer a este jardín, así como a los animales que viven acá o los que estamos de paso”.  Se acomodó las antenas, y fue volando hacia abajo, donde se encontraba la tímida violeta.  -Ven.  -Dijo cariñosamente la mariposa.   ¿Sabes que eres muy hermosa?  La violeta, fue bajando sus hojas que le cubrían el rostro, hasta dejarla completamente despejada y, sonrío por primera vez.

¡Eres una obra de arte, que ningún ser humano puede igualar!  Todos tenemos defectos, talentos, cualidades, habilidades, destrezas que ninguna especie puede realizar; por eso, estamos acá.   Por ejemplo, la rosa, por muy bella que sea tiene espinas.  ¡Tú puedes superar la timidez!

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