Soy una persona obsoleta
Vivir en el Siglo XXI, es estar en la era digital o del conocimiento donde todos tenemos la acceso a la información en un solo “click”, debido a la “mayoría” tenemos un “smarthphone o teléfono inteligente” al cual le damos el poder de controlar absolutamente «la mayoría» de nuestros accesos a la red con el simple hecho de habilitar un número telefónico y correo electrónico.
El tener acceso ilimitado a “casi todo” en el ciberespacio, me declaro una persona obsoleta; sí, debido a que la era digital, no me ha quitado algo indispensable en mi vida, “EL VALOR DE LA PALABRA”. ¿ya saben a qué me refiero? ¡Claro! ¡A eso!.
El valor de la palabra, es cuando se “dice algo” y “se cumple”, sin necesidad de “papeles”, “sin dejar constancia por escrito”. Ahora, se «escribe tanto en en las redes sociales que se ayudará pero ¿realmente se cumple? Se reenvían mensajes solicitando colaboración humanitaria para «x» o «y» situación, y leo que personas se comprometen con cumplir, y luego leo que no.
Por ello, a pesar de estar en el siglo XXI, me considero «una persona obsoleta». El Valor de la Palabra, es sinónimo de HONORABILIDAD. Define la personalidad de una persona, como honesta, digna de confianza, creíble… si dice para x día o fecha y se hace. No son necesarios los recordatorios, llamadas telefónicas, mensajitos o demás. (Al menos, en mi familia funciona así. Son valores que me inculcaron mis padres. Al menos, si hay alguna «EMERGENCIA» como tal, no podré cumplir, espero su comprensión.
Sé que hay otras personas OBSOLETAS, si las encuentras valorarás porque su palabra vale ORO, esta persona CUMPLIRÁ su PALABRA, porque esa PALABRA vale lo que pesa y tiene un VALOR INVALUABLE. Cada palabra pesa y brilla como el oro mismo.
Actualmente, hay muchas personas que no se RESPETAN a SÍ MISMAS y “creen” engañar a los demás tratando de “dar su palabra como garantía”, conociendo desde un principio que “no es ni un ápice del iceberg de su promesa”. Desde un inicio saben que aceptaron, “pero” no cumplirán con la fecha establecida, no le darán seguimiento, no se comunicarán, ni negociarán nada… todo será un engaño para quién confió en su palabra. Al final, no tienen amor propio, y un irrespeto consigo mismos.
Supongamos la persona prestó Q.10.00 quetzales y dijo se los devuelvo la otra semana, y ni se comunicó para “negociar” un plazo mayor, ¿Cómo queda el VALOR DE SU PALABRA?. ¿Es creíble? No. Posiblemente, el dinero lo cancelará más adelante o quizás no. La palabra empeñada, dejó mucho que desear. El dinero, es dinero, si bien sirve para muchos propósitos; es mejor, tener lejos a la “persona deshonesta o persona falta de palabra”, que tenerlas a su lado toda la vida. Se perdió una amistad, si es que se tenía. Al final, a Dios y al tiempo se le dejan las cosas, todo cae por su propio peso.
Lo que sí es cierto, que es que me gusta ser una persona obsoleta en el Siglo XXI ¿Lo eres tú también?
PIENSA DOS O MÁS VECES CUANDO OFREZCAS TU PALABRA, (no importa el por qué) ES TU HONORABILIDAD LA QUE ESTÁ JUEGO.
credibilidad cumplir promesas honestidad honorabilidad negociación Valor de la palabra