El precio de tu silencio
Veintisiete años tendrá una bella joven, su estructura ósea mediana, cabello negro, color de ojos cafès o tez blanca, quizàs, no sé cómo será; seguramente será una hermosa mujer que posiblemente está saliendo de la universidad o ya esté graduada. Bien por ella, si ya alcanzó esto únicamente con su esfuerzo y con el de su madre.
Flor de María, en sus primeros meses de vida, era una bebé feliz. Sus padres, jóvenes, enamorados, se prometían amor eterno y se juraban cada uno que era “el amor de su vida y que nunca se iban a separar por “Flor de María”. Harían hasta lo imposible por vivir juntos, aun sabiendo que sus familias se oponían, por ser de clases sociales diferentes.
Todo iba viento en popa, hasta que un día… se volvieron a reencontrar en un Juzgado debido a que Angela, había demandado a Felipe, por pensión alimenticia para Flor de María, debido a que hace ocho meses no llegaba a la casa, no les ayudaba en gastos, alquiler y alimentación para su hija.
Felipe, llegó a la citación del juzgado. Sin embargo, en todo momento, permaneció callado, sentado, con la cabeza inclinada y sus manos sosteniendo su cabeza. Únicamente, se limitaba a decir, que la bebé, no era su hija. ¡No es mi hija!,. En ningún momento, “levantó la cabeza e hizo contacto visual” con la demandante, ¿por qué?.
El Juez, todavía más intrigado le decía, que si estaba “seguro” que no era su hija, porque la bebé, tenía toda sus facciones, era como “una copia fiel” de su rostro. Felipe, seguía negando su parentesco. Negaba ese “amor eterno”, que un día prometió. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?
¿Felipe, qué pasó en tu vida para que negarás a tu hija a la amabas tanto y al amor de tu vida? ¿Dónde quedaron esos sueños, por los que estabas dispuesto a luchar contra viento y marea?, ¿Por qué no te atreviste a levantar tu cabeza y sostener tu mirada para ver esos hermosos ojos cafés de Angela y decirle “Sí, sí es mi hija” ¿Cuántas veces deseaste estar con ellas, viendo crecer a Flor de María?, ¿Cuántas veces divagabas recordando los besos y caricias de Angela?… Sin embargo, no tuviste el valor suficiente para hablar, para levantarte y decir, sí es mi hija. Simplemente callaste.
En aquellos tiempos, era difícil realizar pruebas de ADN, así que el caso se cerró, como suele ocurrir; donde hay “influencias”.
Pasó el tiempo. Cómo dicen, del cielo a la tierra, no hay nada oculto. Se supo, el “Precio de tu silencio”, tu herencia. Tu padre, te puso a “elegir, entre tu herencia o tu hija”. Lo bueno de todo, es que Flor de María, creció con valores, que seguramente Felipe, nunca le pudo haber dado.
El dinero, siempre corroe los valores de las personas de una u otra forma. Te comparto esta frase:
“¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!”
(Groucho Marx)
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